La Huelga General. Periódico Libertario. Nº 3

La huelga general enriquecerá a los pobres sin empobrecer a los ricos.

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La creencia de que los ricos hacen vivir a los pobres y que sin ellos habría aún más miseria, está tan arraigada, que ha de costar mucho trabajo convencer de la falsedad de tal creencia.

Ni los pobres necesitan a los ricos ni estos a aquellos.

Bastará una organización razonada del trabajo y de la distribución equitativa de sus productos para que desaparezcan las dos clases en que se divide hoy la sociedad de los productores y consumidores; esto es, de pobres y ricos.

Una huelga general bien estudiada y practicada podrá únicamente lograr la edad de oro soñada por los altruistas pasados y presentes.

Beneficiarán de ella todos cuantos hoy han de privarse de algo: mendicantes trabajadores, empleados, pequeños comerciantes y la mayoría de los poseedores de títulos universitarios.

En cambio, los que se llaman ricos continuarán siéndolo, porque se les podrá dejar en el uso de sus lujosas habitaciones, facilitándoles además cuanto es necesario para la vida.

Con la entrada de su superfluo en el patrimonio universal, suelo, subsuelo y maquinaria bastará para que la producción satisfaga a todas las exigencias.

Ahora bien.

¿Es posible una huelga general?

Si.

¿Cómo llegará a producirse?

Cuando un suficiente número de trabajadores y empleados se crean capaces de organizar lógicamente la sociedad.

¿Que medidas deberían adoptarse desde el primer momento para asegurar su triunfo?

Las federaciones de oficios empezarán solamente la producción y el cambio de productos cuando hayan disuelto, derribado y exterminado todos los engranajes que componen el régimen capitalista; Estado, sostenido moralmente por la iglesia y materialmente por el ejército; Tribunales, sostenidos por la policía.

¿Qué será de los polizontes, de los jueces y togados, militares, curas y empleados públicos?

Siendo los más débiles después, habrán de amoldarse al nuevo estado de cosas y serán los primeros en aceptar el nuevo modo de ser, que les asegurará dignamente la vida sin otra obligación que la de contribuir al sostenimiento del régimen de solidaridad humana.

Los ricos serán más felices que hoy porque continuarán gozando sin ver sufrir a los demás.

Los pobres no tendrán envidia de los ricos porque no carecerán de nada.


(Fuente)

CERO