La huelga General. Periódico Libertario. Nº1

La propiedad y los Anarquistas


Locos y razonables

Sabido es que la mayoría de las personas saben de las cosas lo que a su diario le conviene hacerles saber. Pocos son los que reflexionan sobre lo que leen y los que han podido enterarse del ideal anarquista.

Para el vulgo, los ácratas son asesinos feroces pagados por los jesuitas o por vividores embaucadores; que si por imposible un día llegaran a gobernar no habría nada seguro ni nadie podría poseer el menor objeto para sí, ya que persiguen la destrucción de la propiedad.

Hay que pensar, y habrá que repetirlo a menudo, que en una sociedad razonable, es decir anarquista, cada cual tendrá su casa, sus muebles, su prendas de vestir, sus obras de arte, sus instrumentos de trabajo, en fin, cuanto pueda hacer agradable la vida.

Naturalmente que no pasaremos de un régimen de locos como el basado sobre la autoridad y propiedad que venimos gozando, a uno de solidaridad y verdadera fraternidad cual un cambio de decoración en un teatro, sino que exigirá toda la propaganda, toda la instrucción y aun todo el ejemplo que los lógicos habremos de dar a los ilógicos, a los irreflexivos, a los irracionales, a la gente loca que compone la inmensa mayoría de hoy.

Los anarquistas queremos destruir la propiedad tal como existe; por que es producto de la explotación de unas personas sobre otras, del privilegio otorgado por los gobiernos o del derecho del más fuerte.

Los ácratas no queremos que haya propietarios de grandes extensiones de terreno al lado de familias que no tienen donde reposar sus cuerpos, ni herederos de fortunas y herederos de miserias.

Los libertarios no queremos que baste un título o un testamento para pasarse su vida sin trabajar.

En la sociedad ideal anarquista la educación e instrucción de la infancia se harán de modo que todos comprendan la necesidad del trabajo sin otras excepciones que las dolencias físicas inexcusable; y como no habrá el mal ejemplo actual de que unos trabajan y otros se pasea, de que estos comen y aquellos bostezan, todo el mundo contribuirá a la producción de la riqueza común en la medida de sus fuerzas y todos comerán según apetito. Fácil será a los educadores inculcar a los niños el gusto y la obligación general al trabajo.

Siendo los humanos razonables, al contrario de lo que hoy sucede, hallarán sin grandes quebraderos de cabeza la manera de ser en vida propietarios de lo que les rodee y amen, sin que este derecho a la propiedad pueda perjudicar a nadie ni crear supremacía de especie alguna.

Precisamente la locura de los que no comprenden la anarquía estriba en la imposibilidad que tienen de concebir una sociedad razonable.

CERO